Si me conocéis, sabéis que soy alguien pesimista con un toque de delirio – en el sentido moderno. Históricamente, las connotaciones que rodean el delirio están arraigadas en las enfermedades mentales. En la lengua coloquial, especialmente en los últimos años con las redes y el internet, ser delirante se ha transformado en un rasgo de personalidad peculiar. Según mi experiencia como internauta prolífica, ser delirante es parte del movimiento “I’m just a girl” de las redes. He oído mil veces que deberíamos ser más positivos. No estoy totalmente de acuerdo. Os propongo a todos que en lugar de eso, seamos delirantes. Os explico por qué. El mundo está a vuestros pies. El cielo es el límite. Hemos escuchado estas frases y probablemente tenéis que luchar contra las ganas viscerales de poner los ojos en blanco. Las realistas dirían: «¡Estas frases no tienen ningún sentido!». Afortunadamente, ya no somos realistas, somos deliristas. Vemos esas frases y decimos: «No me importa un pepino la...